9
cena en Palermo Viejo
(acomodo de viajero austral)
Yo era un viajero austral,
pero la música de mi país…
Sobre una mesa se prendió una lamparilla
que animaba a compartir.
Comé, bebé de lo de acá;
pero la música de mi país.
Y el vino, ya se sabe…,
prendió la lamparilla
que me hizo olvidar… Bueno…
Era el efecto del Viejo Palermo,
aunque la música de mi país
se guareciese tras aquel hambre,
voraz hambre necesitado de vino y sexo.
Y así supe, que aun borracho,
yo era un viajero austral… Pero,
¿qué importaba eso?
¿Qué importaba la música de mi país?
En la mesa se apagó la lamparilla,
Y se saciaron mis apetencias,
me faltaba el sueño
en mi primer día austral,
y sin la música de mi país…
Sí, Palermo Viejo me muñequeó.
¡Que suerte que se saciaron tus apetencias, no hace falta que des mas detalles.
Ya sabía yo que alguna lectora se iba a agarrar a su perversa imaginación… Jejeje.
Bueno, también sirve.
Gracias.
E.J.