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pasajes rosarinos I
(lejos no, ¿o quizá sí?)
Ciudad interior, de ribera, de Pampa.
No es una ciudad cercana; siento,
más bien, que se aleja de sí misma,
que hace por rechazarse como ciudad.
Y el caso es que posee amplias avenidas,
y un racional trazado en cuadrícula
que, para que ocultarlo, me insatisface
por exagerar las distancias.
Eso sí, la ciudad del interior posee
el mayor de los ríos, dicen los rosarinos;
un Paraná dominante, pero sin embargo
simbólico, ignorante de fondeaderos,
de los barcos que lo surcan. Contémplolo
y mi cabeza piensa en las parábolas
que pergeñan naciones, naciones que,
al dilatarse, se diluyen en sus símbolos.
Ciudad de interior y ficcional
(que me disculpen los rosarinos),
sedimento del gran dominador Paraná,
ilusión estragada en la llanura, que aquél
cartografía con dedos de lodo azulado,
para que sus retoños tracen cuadrículas,
localicen plazas, calles y jardines
en cuyo centro erigir estandartes.
Ciudad de interior. Periférica
Rosario, sometida parcela
de una historia desconocida,
aquí traída por quienes inventan
la iconografía de quien coloniza;
y por ello, cómplice de sí misma.
¡Ironías! Y yo que vengo a hallarte
y puede, solo puede, que ya no estés.
¡Me encanta! Como pasas, «como si fueran las cuentas de un rosario» por la geografía e historia de la Pampa…
Gracias Pura. A mí me encanta tener una «lectora exclusiva» como tú. como creo que ya he dicho antes, durante aquel viaje tome notas de las que luego salió lo que ha salido… El Impostor es una de ellas, creo que sin ese viaje jamás hubiera escrito dicha novela.
Salud.
E.J.