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cumbres mendocinas II
Imágenes de una ciudad difusa:
menguada, colonial, y también desubicada.
En ella: rastreamos los ávidos turistas. Pero
¡olvídense de admirar, que de admirar no hay!
Y por eso, aburridos, disolutos, asistimos
a una prometedora mañana,
a la luz refractada de los nevados Andes,
al encuadre que procura la ventana
de una habitación de hotel.
Y ellas, las altas cumbres, ignorantes
de omitidos repobladores, y también
de inmisericordes turistas que sonríen
aunque no saben a qué, ellas,
déjanse abandonar frente a los restos
de un desayuno king size o, tal vez,
en la mano abierta de un mendigo
autóctono, un poblador, un mentor
andino, un excluido hambriento.
Invasores todo el resto, somos, pero
a través de la ventana de una habitación,
claro, en un protector hotel mendocino.
Juzgado me siento por los nevados Andes.