EL ZAPATERO PRODIGIOSO
Enrique Javier de Lara
PERSONAJES:
El zapatero
El cliente anónimo
El líder del partido gobernante
El líder del partido de la oposición
El líder del partido de la oposición de ambos
Cliente nórdico
Cliente chino
Cliente latino
NOTA: Los personajes, salvo el zapatero, podrán ser femeninos o masculinos.
ACTO ÚNICO.
ESPACIO ESCÉNICO:
La acción se desarrolla en el interior de un local de reparación de calzado (zapatería).
Aunque el espacio escénico admite otras variantes, la obra ha sido concebida para que el público asistente (los espectadores no deberían superar las 15 o 20 personas), espere paciente en la entrada del local que permanece con el cierre echado; se entiende, que esta obra de teatro está especialmente diseñada, para ser representada en el interior de centros comerciales, donde existen establecimientos a los que se accede desde los pasadizos interiores por donde circula la gente.
PUESTA EN ESCENA:
Llega el actor principal, el zapatero (hombre de mediana edad, vestimenta correcta, aspecto normal; un trabajador…). Saluda educadamente a la gente que hace cola en la puerta de su negocio, circunstancia ésta que no deja de sorprenderlo…
Abre la zapatería de manera rutinaria: quitando llaves y candados echados, manipulando puertas, encendiendo luces, etc.
El zapatero realiza una somera revisión de la instalación (que el público está contemplando desde afuera), hasta que por fin manda pasar a la gente, invitándolos a que sean pacientes porque, al parecer, ese día el trabajo se le acumula… Pide a los clientes que se acomoden en un banco corrido (o dos, o tres…), existente frente a la mesa de trabajo. El cliente anónimo entra mezclado con el público como si fuera un asistente más a la función y, tomando una silla de tijera apoyada en la pared, se coloca sentado a la izquierda, por fuera del mostrador.
ESCENOGRAFÍA:
El local es sencillo: un mostrador largo con una silla de trabajo y un estante situado detrás donde se amontonan varios pares de zapatos, útiles de reparación de calzado, cremas, cordones y objetos varios para la venta. Completa el escenario un calendario laboral de un sindicato, un par de cuadros con motivos del gremio, que hacen referencia a su antigüedad, y en el centro, en un lugar preferente de la pared, un cartel alusivo Al estreno de “LA ZAPATERA PRODIGIOSA” de Federico García Lorca. Sobre la silla en que se sienta para trabajar el zapatero, hay un mandil.
DESARROLLO DE LA OBRA:
Cuando el público se ha acomodado en sus asientos y mientras termina de revisar algún papel u encargo, el zapatero se da lentamente la vuelta, saca un bolígrafo del bolsillo de la camisa, tacha el día correspondiente en el calendario laboral y dirigiéndose al cartel de la “ZAPATERA PRODIGIOSA” dice:
EL ZAPATERO.– ¡Va por usted, señora!
Y a continuación, y dirigiéndose al público sentado:
EL ZAPATERO.- (Ajustándose el mandil de zapatero) El primero.
El cliente anónimo se yergue de su asiento, pero antes de que pueda hablar se escucha un pequeño tumulto, alguien mantiene un forcejeo afuera del local. De pronto se abre la puerta y una voz imperiosa exige:
LIDER DEL PARTIDO GOBERNANTE.- ¡Yo, el primero soy yo!
EL ZAPATERO.- ¿Usted?… pero ¿y toda esta gente que…?
LIDER P.G.– (Con cinismo) ¿Gente? Yo no veo gente.
El cliente anónimo, molesto, se dispone a replicarle, pero el líder del P.G. lo detiene con un ademán autoritario de su mano alzada. Añade:
LIDER P.G.- (mirando al cliente anónimo) Usted… Podrá esperar. ¿Verdad señor? Lo mío es un asunto de estado, soy el líder del partido gobernante. Se trata de coger el toro por los cuernos, de gobernar, de sacar el país adelante y por eso los ciudadanos deben asumir los sacrificios que…
Se abre la puerta y entra como un torbellino quien forcejeaba hace un instante con el líder del P.G; se trata del líder del partido de la oposición. Exigente como su antagonista, dice señalándolo:
LIDER DEL PARTIDO DE LA OPOSICIÓN.- ¡Alto ahí! ¡Se acabaron las prebendas y los beneficios! Ese señor a la cola, como todos.
LIDER P.G.- ¡Me respalda el voto popular!
LIDER P.O.- ¡A ti ya no te respalda ni tu propio partido! Te lo digo yo, que represento a la oposición mayoritaria. Exijo ser atendido antes que este señor, ciudadano zapatero. (Y pensando en voz alta…): ¿…de qué me suena lo de zapatero?
EL ZAPATERO.- Señores, un poco de cordura, y respeten su turno, la gente, este señor… (Señala al cliente anónimo pero los políticos le interrumpen).
AMBOS LÍDERES.- (Al unísono) ¡La gente y este señor es quien me vota!
LIDER P.G.- ¡No! ¡Quien me vota a mí!
LIDER P.O.- ¡Quién te votaba, querrás decir! Éste (señala a cualquier espectador), como cualquier ciudadano consecuente, es votante potencial del partido al que represento. ¡Atiéndame a mí, ciudadano zapatero y dejémonos de perder el tiempo. El tiempo es oro y en los tiempos que corren no se puede perder ni un minuto…
EL ZAPATERO.- ¡Bueno, bueno! En realidad yo no tengo preferencia. Si a quienes ustedes representan no les importa…
LIDER P.G.- ¡Por supuesto que harán ese sacrificio! Es una razón de estado…
Verá necesito que me ponga unas medias suelas; éstos no dan para más (se señala los zapatos)
LIDER DE P.O.– Desde luego que no dan para más; no dan para nada más. Vaya, que ni con medias suelas. ¡Basta ya de chapuceo y de parches y deje paso a otras ideas, señor mío!…
(Colocándose delante de su oponente político). Si es tan amable, sólo deseo un par de cordones para sujetarme bien los susodichos, o los machos, como mejor le convenga. Este país necesita eso ¡Orden! Ande, véndame un par de cordones ciudadano zapatero.
En ese instante se vuelve a abrir la puerta del local y hace su aparición el líder del partido de la oposición de los partidos anteriores. Los líderes del partido gobernante y de la oposición le reconocen de inmediato; se codean, se hacen señas y se mantienen a la expectativa. El recién llegado parece ignorarlos…
LIDER DEL PARTIDO DE LA OPOSICIÓN DE AMBOS.- Buenas días. ¿Quién da la vez?
LIDER DEL P.O.- (siseando al líder del P.G.) Éste sí que sabe el sitio que le corresponde. Lo has reconocido ¿verdad?
LIDER DEL P.G.- (respondiendo en el mismo tono) Así les va… de líder de la oposición de nosotros dos.
LIDER DEL P.O.- Y que sigan así mucho tiempo.
LIDER DEL P.G, –Eso. Lo ves, si en esencia estamos de acuerdo en casi todo.
LIDER DEL P.O. (Gruñendo primero y enseguida en voz alta dirigiéndose al líder del P.O.A.) Primero voy yo, sólo quiero unos cordones para los zapatos. Luego va él… (Señala al líder del partido gobernante)
EL ZAPATERO.- (Interviniendo con decisión y dirigiéndose al líder del partido de la oposición de ambos) ¿Es muy urgente lo suyo? Ya puestos a saltarnos el turno, diga qué le trae a mi “concurrido” negocio y vemos que se puede hacer.
LIDER DEL P.O.A.- (Sin poder ocultar el incómodo). En realidad, necesitar, lo que es necesitar… Más bien deseaba hablar con usted; a solas.
EL ZAPATERO.- Con mucho gusto le atendería, pero ya ve como está el local. No todos los días tengo la suerte de que acuda tanta clientela…
LIDER DEL P.O.A. –No se preocupe, me hago cargo. Si le parece puedo venir en otro momento. ¿Quizá cuando cierre?
EL ZAPATERO.- Hago jornada continua; como aquí, un bocadillo, la cosa no da para más. Mientras, aprovecho para ordenar papeles y eso… Pero si le parece bien, pásese a esa hora… De tres a cuatro.
LIDER DEL P.O.A.- El caso es que esa franja horaria me resulta un tanto complicada, precisamente tengo una comida de trabajo y… (Reflexionando)… Lo intentaré. Adiós buenos días. (Sale presuroso, evidenciando un incomodo, que no se sabe muy bien si es por la presencia de sus oponentes políticos, o porque se le impongan condiciones para la entrevista con el zapatero…)
LIDER DEL P.O.- (Susurrando a su antagonista). Lo que te decía, ni para pedir el voto ya sirven.
LIDER DEL P.G.- (Aprovechando la coyuntura se ha descalzado poniendo su zapato sobre el mostrador). Bueno, compañero zapatero. El caso es que voy escaso de tiempo, si puede colocármelas en el instante.
EL ZAPATERO.- Sí claro, siéntese. En cinco minutos tendrá listos sus zapatos.
LIDER DEL P.O.- ¡Pero oiga, esto es un atropello! Este señor se ha colado (señala a su oponente político).
LIDER DEL P.G.- ¡De usted he aprendido, qué se cree! ¡Hasta ahí podíamos llegar!
El zapatero, que en todo momento procura realizar su trabajo y no perder el tiempo, se encoje de hombros y toma el par de zapatos del Líder del Partido Gobernante.
EL ZAPATERO.- Señores, por favor… No se preocupen, los atenderé a ambos simultáneamente.
LIDER DEL P.O.- Eso me parece razonable…
LIDER DEL P.G.- ¡Pues a mí no! Si nos atiende al mismo tiempo, estará repartiéndose con ambos por igual y al ser lo de este señor más sencillo que lo mío (señala a su antagonista), terminará primero con él… Y si me quedo aquí sólo y lo dejo marchar (añade reflexionando en voz alta)… ¡Dios sabe qué ira largando a mis espaldas!
LIDER DEL P.O.- (Conciliador) Mira… (Parece que va a dirigirse a su oponente político por el nombre de pila, pero se lo calla por obviedad)… En eso sí que tenemos que confiar el uno en el otro. Juntos nos metimos en esto y juntos nos lo repartiremos… ¡Ejem! Quiero decir, que te espero, descuida.
LIDER DEL P.G.- ¿De verdad?
LIDER DEL P.O.- ¡Que pierdas las próximas elecciones si te estoy mintiendo!
LIDER DEL P.G.- …No sé, no acabo yo de fiarme…
LIDER DEL P.O.- Por cierto (distrayendo la atención de su oponente político), que para constatar mi buena voluntad, mientras esperamos, te emplazo a intercambiar nuestros programas electorales. Aquí va el mío (le tiende un papel).
LIDER DEL P.G.- ¡Hecho! Y éste es el mío…
Ambos líderes políticos se apartan hacia un extremo del local y se ponen a examinar el correspondiente programa electoral de su opositor. La puerta de la calle vuelve a abrirse y entra un hombre con aspecto de nórdico. Enseguida, unos y otros se darán cuenta de que su cara es idéntica a la del (LIDER DEL P.O.A.). Los dos líderes políticos dejan de leer y se hacen gestos de desconfianza. El cliente anónimo ensaya un ademán de sorpresa. Por su parte, el zapatero, consciente de la circunstancia, asume su papel simultáneo de mediador y fuerza productiva, con el que procura ganarse el respeto del prójimo, que en este caso son sus clientes…
EL ZAPATERO.- Buenos días ¿En qué puedo ayudarlo?
CLIENTE NÓRDICO.- (Con fuerte acento germánico) Buenos “díos” “herr” zapatero. Mi sandalia rota ¿Es posible arreglar?
EL ZAPATERO.- (Examinando el calzado). Sí, es posible, casi todo tiene solución en esta vida.
CLIENTE NÓRDICO.- Eso he dicho yo al “herr” zapatero de otro local, cuando ha dicho que tirara mis sandalias, que él me vendía unas nuevas…
LIDER DEL P.G.- (En voz baja). Seguro que puede pagárselas. Digo yo, que alguien que viene de turismo desde el norte…
LIDER DEL P.O.- ¡Austeridad!… Aunque… Fíjese, por una vez y sin que sirva de precedente estoy con usted, respetado oponente. ¡Hay que mover el mercado!
EL ZAPATERO.- (Reflexionando en voz alta). Ya nada se hace pensando en lo venidero, sino en lo inmediato… Y así nos va… A ver, déjeme la sandalia.
Los líderes del partido del gobierno y de la oposición hacen amago de protesta, pero el zapatero los detiene en seco con un gesto autoritario de su mano. Toma la sandalia, la examina, saca una especie de grapadora de debajo del mostrador, manipula el calzado del nórdico y lo repara en pocos instantes.
EL ZAPATERO.- Tenga, la cosa estaba mucho más sencilla de lo que parecía, es cuestión de voluntad.
CLIENTE NÓRDICO.- ¡Oh! “Muchos” gracias “herr”, es usted un patriótico… ¿o se dice profesional?
EL ZAPATERO.- (Reflexionando) El caso es que me gustaría quedarme con ambos adjetivos…
CLIENTE NÓRDICO.- Si son “compatibilizados” vale (ríe). Y perdón por no dominar su lengua.
EL ZAPATERO.- No se preocupe, creo que precisamente usted y yo hablamos la misma.
CLIENTE NÓRDICO.- No “entendido bien”… pero ¿cuánto pago por su trabajo?
EL ZAPATERO.- (Reflexionando). Mi trabajo… Págueme el coste del grapado. Mire, ahí lo tiene apuntado, en el listado de precios.
El cliente nórdico examina la lista de precios, asiente con gesto de satisfacción, saca unas monedas y contando en voz baja, paga el precio exacto de la reparación. Luego se despide con una marcial inclinación de cabeza y se dispone a salir.
CLIENTE NÓRDICO.- (Desde la puerta de la zapatería) Muchas gracias y buenos “díos”.
EL ZAPATERO.- No hay de qué. Buen día señor.
LIDER DEL P.O.- (dirigiéndose al zapatero) Es usted todo un profesional. ¿Nunca ha pensado en dedicarse a la política?
LIDER DEL P.G.- ¡Eso mismo estaba a punto de decirle yo! Creo que me gustaría tratar con usted de cierto asunto que…
Los oponentes políticos se encaran mirándose con desdén y dan una cómica vuelta uno en torno al otro…
EL ZAPATERO.- ¡No, jamás!
AMBOS LÍDERES.- (Deteniéndose de golpe para volverse hacia el zapatero) ¿Cómo dice?
EL ZAPATERO.- ¡Qué no! Que jamás se me ha ocurrido dedicarme a la política. No podría, no sabría, no estoy capacitado…
LIDER DEL P.G.- Hombre, quizá en lo concerniente a la capacitación no ande desencaminado, pero a mí y a mi partido podría servirnos…
LIDER DEL P.O.- ¡En nombre de mi partido le ofrezco una vicesecretaría!
LIDER DEL P.G.- ¡Pues yo una secretaría!
LIDER DEL P.O.- ¡Pues yo más!
LIDER DEL P.G.- ¡Pues anda que yo…!
EL ZAPATERO.- ¡No!…
LIDER DEL P.O.- ¡Insisto que yo…!
EL ZAPATERO.- ¡Qué no!…
LIDER DEL P.G.- ¡Pues yo le digo…!
EL ZAPATERO.- (Gritando) ¡Les he dicho qué no, hostias!
AMBOS LÍDERES.- (Reculando medrosos y asumiendo, en apariencia, la negativa) Bien. ¡No se hable más!
LIDER DEL P.O.- La voluntad popular se ha expresado.
LIDER DEL P.G.- La política es cosa de políticos…
Vuelve a abrirse la puerta de la calle. Esta vez quien entra es un chino. Curiosamente la cara es idéntica a la del nórdico y a la de líder de la oposición de ambos partidos políticos…
CLIENTE CHINO.- (Dirigiéndose al zapatero) ¿Usted es el dueño del local?
EL ZAPATERO.- Exacto señor. Hipotecado, eso sí.
CLIENTE CHINO.- Yo intelesado en complal. Pago contado. Mucho dinelo…
EL ZAPATERO.- Lo siento, pero no estoy interesado. No vendo.
CLIENTE CHINO.- Pelo, yo doy mucho dinelo… Ponga plecio…
EL ZAPATERO.- No, no pongo precio.
CLIENTE CHINO.- Oflezco el doble de su plecio. Buena venta. Ya no tiene que tlabajal más…
EL ZAPATERO.- El caso es que no quiero renunciar a mi condición de trabajador…
CLIENTE CHINO.- Pelo… tú no lenuncias, tu vende, ganas mucho dinelo y vives bien.
EL ZAPATERO.- No, gracias señor, no me convence. Prefiero seguir como hasta el momento.
LIDER DEL P.G.- (Dirigiéndose al público; señalando al zapatero) El zapatero, o es gilipollas, o… No lo entiendo. Con los tiempos que corren y una oferta así…
LIDER DEL P.O.- (Se coloca junto a su oponente político y le habla, mirando también hacia el público): Le digo yo, que al tío este se le ha salido una chaveta, no me creo que exista gente así…
LIDER DEL P.G.- (En voz baja a su oponente político) ¿De verdad piensa usted eso?
LIDER DEL P.O.- (En el mismo tono) ¿Acaso usted no?
LIDER DEL P.G.- (Mirando hacia el público con desconfianza y de forma confidencial) Casi; para qué le voy a engañar.
CLIENTE CHINO.- (Reflexionando en voz alta) Españoles que llaman chino a los chinos, buen negocio. Siemple líen para leílse de chinos… pero buen negocio, polque venden. Españoles que no llaman chino a los chinos, que llaman señol, españoles difelentes, negocio complicado…
LIDER DEL P.O.- (Siseando a su oponente político). Creo que el chino acaba de dar con un hueso duro de roer. Le digo yo que el zapatero ni vende, ni nos vota, ni nada de…
EL ZAPATERO.- (Dirigiéndose alternativamente al Líder del P.G y enseguida al Cliente chino). Bueno ¡listo! Aquí tiene sus medias suelas… No tengo intención de vender el negocio, ya se lo he dicho. No tengo intención de dejar de trabajar.
LIDER DEL P.G.- (Con escasa convicción). La nación necesita gente como usted, así se habla. Si me dice qué le debo por esto… (y se señala los zapatos arreglados)
EL ZAPATERO.- Pues según el listado de reparaciones…
El zapatero se inclina sobre la hoja en que se especifican los precios. El Líder del P.G. carraspea y se remueve incómodo; se le nota molesto, quizá esperaba que por su condición la cosa le saliese gratis. El líder del P.O. se da la vuelta hacia el público y, señalando a su oponente, hace una explícita seña tocándose la cara.
CLIENTE CHINO.- (Desde la puerta del local y antes de marcharse). Entonces… ¿no vende?
EL ZAPATERO.- No señor, no vendo.
El cliente chino se marcha de mal humor. Los líderes del P.G y P.O. vuelven a dialogar entre ellos:
LIDER DEL P.O.- Supongo que se habrá dado cuenta ¿verdad?
LIDER DEL P.G.- ¡Por supuesto! Idéntica cara que los demás. Sólo que con los ojos rasgados…
LIDER DEL P.O.- No sé, pero a mí esto empieza a olerme a chamusquina.
LIDER DEL P.G.- O a movimiento quince eme.
LIDER DEL P.O.- A insumisión…
LIDER DEL P.G.- ¡Rebelión!
AMBOS LÍDERES.- ¡A nosotros las fuerzas del orden establecido!
CLIENTE ANÓNIMO.- (Qué habla por primera vez) ¡El poder de la banca!
EL ZAPATERO.- ¡Las agencias de calificación!
CLIENTE ANÓNIMO.- ¡La oligarquía capitalista!
EL ZAPATERO.- …¡y el fin del trabajador!
CLIENTE ANÓNIMO.- …¡y la sinrazón!
EL ZAPATERO.- ¡El regreso a la esclavitud!…
Ambos, el cliente anónimo y el zapatero se miran anonadados…
EL ZAPATERO Y EL CLIENTE ANÓNIMO.- (Al unísono susurrando/gritando). ¡Libertad, libertad, libertad…!
EL ZAPATERO.- (Ensimismado y mirando al cliente anónimo con ternura) ¡Ah! La libertad amigo Sancho…
CLIENTE ANÓNIMO.- ¿Amigo Sancho?
EL ZAPATERO.- ¡Ejem! Perdona, se me va la olla… Sabes, confieso que, hasta ahora, casi te había ignorado. Pero lo hice de manera involuntaria, lo juro…
CLIENTE ANÓNIMO.- (Con ternura) Siempre he estado a tu lado. No te preocupes, aunque no lo parezca, en esto del desamparo (hace un gesto señalando al público, que pretendería escenificar de manera globalizadora la situación de crisis general) no estamos solos…
El zapatero asiente. Intercambia alternativamente miradas y señas de complicidad con el público y el cliente anónimo. Unos y otros, no están tan solos como se creen. El zapatero centrándose en su trabajo y el cliente anónimo volviendo a ocupar su asiento, parecen tranquilizarse.
Entra el cliente latino. Su comportamiento es el de alguien a quien sólo interesa el instante, el beneficio fácil y sin esfuerzo. Viste con pulcritud. Sin tan siquiera saludar, se dirige al zapatero:
CLIENTE LATINO.- ¿Limpia zapatos?
EL ZAPATERO.- Generalmente, después de repararlos.
CLIENTE LATINO.- (Mirándose el calzado) Suponga que le pido que me limpie los zapatos aunque no requieran de reparación.
EL ZAPATERO.- (Encogiéndose de hombros, al tiempo que hace un gesto señalando el listado de precios). No lo tengo contemplado, pero si es usted capaz de aguardar su turno, con mucho gusto haré una excepción.
CLIENTE LATINO.- ¡Lo quiero ahora! Para eso pago…
EL ZAPATERO.- Entiendo, pero todos estos señores están delante, no puedo…
LIDER DEL P.G.- (Interrumpiendo al zapatero) No se preocupe, por mí no deje de atender al señor.
LIDER DEL P.O.- (Interponiéndose entre su oponente político y el cliente latino) ¡Nos ha jodido mayo por no llover a tiempo! Claro, como con usted ya ha acabado…
LIDER DEL P.G.- (A su oponente, en actitud confidencial) ¡Cállese, hombre! ¿Acaso no se ha dado cuenta? ¿No lo ve? La cara de este tipo… es la misma de siempre.
LIDER DEL P.O.- El pueblo se ha vuelto en contra nuestra…
LIDER DEL P.G.- O puede que a mi favor…
Los líderes de los partidos parecen meditar. El zapatero sujeta el cepillo en una mano y la crema en la otra; mientras, el cliente latino mantiene un pie levantado aguardando el consentimiento de los políticos para ser atendido.
LIDER DEL P.G.- (Tras hacer una seña a su oponente político demandando el consentimiento de éste, se dirige al zapatero) Proceda, ciudadano zapatero. Si el líder de la oposición no pone objeciones…
LIDER DEL P.O.- (Carraspeando incómodo y fastidioso) ¡El líder del partido de la oposición siempre está del lado de la voluntad popular! Proceda ciudadano zapatero (indica reiterativo)
El zapatero obra con diligencia y acaba pronto. El cliente latino disimula la satisfacción por el trabajo bien hecho. Su actitud, se debe a una estrategia calculada con la que pretende negociar un precio que no existe como tal en el listado, ese listado que se empeña en repasar una y otra vez con el dedo índice. Finalmente y mediante una seña, ofrece un billete al zapatero que éste acepta. El cliente latino entonces pretende sumar un segundo billete como propina, que el zapatero se niega a aceptar.
Los oponentes políticos, mientras tanto, cuchichean y cuando el cliente latino se dispone a marchar, ambos se lo disputan… El líder del partido gobernante parece ganar la posición. Le abre la puerta de la calle al cliente latino, obsequiándole con un ademán de pleitesía, que afea cuando el cliente latino sale sin decir esta boca es mía. El líder del partido de la oposición deja escapar una carcajada de mofa, que es correspondida con cierto disimulo por el zapatero y el cliente anónimo. Sin embargo, antes de que se cierre la puerta, el cliente latino se da la vuelta y volviendo a entrar en el local, se dirige al líder del partido gobernante en voz baja:
CLIENTE LATINO.- Que sepa, que hasta ahora siempre lo he votado a usted… y además tengo el carné ¿se lo enseño?
LIDER DEL P.G.- (Sujetándole la mano) ¡No, no! Ni se le ocurra. Qué pensaría toda esta gente… Podrían considerar que le he procurado un beneficio y… Se trata de potenciales votantes, ya sabe.
CLIENTE LATINO.- Pueden pensar lo que les venga en gana, me trae sin cuidado. Yo ahora lo que quiero es hablarle de mi prima. También tiene carné del partido y le hace falta un trabajo…
LIDER DEL P.G.- (Simulando estar escandalizado. Realiza aspavientos para que el cliente latino baje la voz) ¡Caballero, no es momento ni lugar!
CLIENTE LATINO.- (Acosándolo) ¿Usted cree? Yo creo que es el mejor momento y el mejor lugar…
LIDER DEL P.O.- (Se ha acercado disimuladamente. Se dirige al cliente latino) ¿Algún problema estimado ciudadano?
CLIENTE LATINO.- (Mirándolo con desconfianza) Puede.
LIDER DEL P.O.- Y ¿Qué puede, si puede saberse?
CLIENTE LATINO.- Que esté comenzando a perder la confianza en los políticos.
LIDER DEL P.O.- (Carraspea) Antes de perderla del todo, le recomiendo que se lea nuestro programa (le tiende un papel).
EL ZAPATERO.- (En voz no tan baja; por lo que, aunque es escuchado, resultará ignorado por los políticos y el cliente latino) Tengo curiosidad por saber, si los políticos son conscientes de poseer o no capacidad, para solucionar los problemas de todos esos ciudadanos, que cada vez abundan más y no saben dónde acudir cuando requieren que alguien les eche una mano…
CLIENTE LATINO.- El caso es que mi prima estaría dispuesta a sacarse el carné de su partido, al igual que yo (dice arrimándose a la oreja del líder del P.O.), si a cambio… Sabe, somos una familia muy grande, y muy unida…
LIDER DEL P.O.- (Llevando del brazo al cliente latino hasta la puerta del local y tendiéndole una tarjeta que extrae de su americana). Mire, no es momento ni lugar…
CLIENTE LATINO.- Vaya, otro con lo de que no es momento ni lugar.
LIDER DEL P.O.-…pero llámeme, en esta vida casi todo tiene solución… Creo que algo podremos hacer.
CLIENTE LATINO.- (Guardándose la tarjeta). Vale, vale… traiga.
LIDER DEL P.G.- (Ha asistido incómodo al despliegue de medios de su oponente. Se dirige al cliente latino a la desesperada). Es cierto, háganos caso (subraya el “háganos caso”), casi todo tiene solución en esta vida. Quédese tranquilo y confíe en nosotros.
El líder del P.G. habla señalándose a sí mismo e interponiéndose a su oponente político, al que acaba de pisar la estrategia. Da su tarjeta al cliente latino.
Los contendientes políticos realizan aspavientos e intentan recuperar la posición influyente ante el cliente latino.
El cliente latino por fin abandona el local, no sin antes dedicar una prolongada mirada de rencor hacia ambos líderes.
LIDER DEL P.G.- (Dando una palmada amistosa en la espalda de su molesto oponente político) ¡Venga hombre, no se lo tome así! Se trata de las reglas del juego… Político.
LIDER DEL P.O.- (Sacudiéndose y poco convencido) Ya, ya… Yo también te quiero…
LIDER DEL P.G.- Sí, como la trucha al trucho…
LIDER DEL P.O.- ¿Cómo dices?
LIDER DEL P.G.- Nada, nada… Que yo a ti, TAMPOCO… Pero, ¿sabes? Creo que deberíamos buscar una estrategia común, ya ves lo duro que resulta la captación de votos. Y encima eso otro…
LIDER DEL P.O.- ¿Eso otro?
LIDER DEL P.G.- Sí hombre, lode que se nos aparezca la gente con la misma cara… es rallante.
LIDER DEL P.O.- ¿Tú crees que…? Quiero decir que si el pueblo llano nos verá a nosotros igual.
LIDER DEL P.G.- ¿Te refieres a que si nos verán a ambos con la misma cara, iguales a sus ojos?
LIDER DEL P.O.- Mismamente. Igualitos a sus ojos…
LIDER DEL P.G.- Sería preocupante…
EL ZAPATERO.- Pues deberían hacerlo.
LIDER DEL P.O.- (Sorprendido) ¿Cómo dice?
EL ZAPATERO.- Que deberían hacerlo, preocuparse; ellos, el pueblo.
LIDER DEL P.G.- (Nervioso. Abre la puerta de la zapatería e invita a su oponente político a salir. Contesta al zapatero) Sí usted lo dice… No voy a discutírselo señor mío, no es momento ni lugar.
Compañero de la oposición, si te parece vamos fuera, hay que dejar que cada cual cumpla con su función social.
AMBOS LÍDERES.– (Con ínfulas de dignidad al tiempo que se marchan y hablando al unísono) ¡Adiós! y buenos días.
La zapatería se queda en silencio. El zapatero consulta su reloj y el cliente anónimo lo imita.
EL ZAPATERO.- (Quitándose el mandil y recogiendo) Hora de cerrar.
EL CLIENTE ANÓNIMO.– Sí, por hoy ya has cumplido…
EL ZAPATERO.- ¡Hemos, querido amigo, hemos!
EL CLIENTE ANÓNIMO.– Como quieras, pero ya sabes que yo no tengo otra cosa que hacer que escuchar, acompañar y estar…
EL ZAPATERO.- Eso es, estar. Haces, lo que tienes que hacer: estar. Por algo eres digno representante del pueblo anónimo que nos está escuchando… Mi compañero y amigo…
EL CLIENTE ANÓNIMO.– (Sonriéndose) Si te pones así…
El zapatero y el cliente anónimo terminan de ordenar lo poco que hay que ordenar. Luego se dirigen a la puerta y allí, reflexivos, intercambian las últimas palabras:
EL CLIENTE ANÓNIMO.– Y tú ¿crees que éstos que acaban de marcharse…?
EL ZAPATERO.- (Invitándolo a salir antes de cerrar la puerta) Yo ya no creo nada. La vida me ha transformado en un escéptico…
EL CLIENTE ANÓNIMO.– (Mirando fijamente al zapatero) Pero ¿nada de nada?
Antes de responder, el zapatero deja flotar la tensión unos segundos. Luego, posando su dedo índice en el pecho del cliente anónimo, admite:
EL ZAPATERO.- En realidad, creo en lo que está reñido con las promesas de los incumplidores, en todo aquello que no es susceptible de ser disfrazado de verdadero, en los antípodas de los prevaricadores, en el fomento de la cultura a cualquier precio, en vez de alentar al establecimiento de la ignorancia; creo en la igualdad del ser humano y creo en el derecho al trabajo equitativo, en función de las capacidades de cada cual, creo en…
EL CLIENTE ANÓNIMO.– ¡Para, paraaaaaaa! No sigas. Ya sabes lo que opino al respecto. Todo eso que dices… es un imposible. Estás hablando de quimeras, de utopías, de idealismos, de pura y simple ingenuidad… Tomás Moro vivió hace mucho ¿sabes?
EL ZAPATERO.- Cierto. Pero como insistías…, te he respondido. Además y ya que nombras al pensador ¿Por qué sino nosotros estamos donde estamos y ellos (señala la dirección que han tomado los políticos) se aferran a lo que son? ¿No piensas que lo establecido se retroalimenta a sí mismo, para luego regurgitarse en un proceso sin fin?
EL CLIENTE ANÓNIMO.- (Con pesimismo) Es lo que hay; un sinfín, como el universo.
EL ZAPATERO.- Per sé, irónico a la par que pesimista postulado.
EL CLIENTE ANÓNIMO.- Si al menos la justicia…
EL ZAPATERO.- (Interrumpiendo) ¡Justicia!… Hablando de ingenuidad…
EL CLIENTE ANÓNIMO.- Entonces, dime: ¿Dónde está nuestro asidero?
EL ZAPATERO.- (Quejoso) ¡Pero si te lo estoy diciendo! Volveré a insistir: ¡En la utopía amigo mío! ¡En la pura y puta utopía!… Con su justo aderezo de ilusión, minimiza los nocivos efectos de lo que se nos muestra como imposible.
Se cierra la puerta. El Zapatero Prodigioso y el Cliente Anónimo se marchan.
FIN
Alcalá de Henares Alcalá 9, 10 y 11 del 12-2011