Todo el mundo sabía que era una mujer bala. Un día lo había soltado así en la mesa del comedor de la pensión. Que trabajaba en la alta velocidad, los trenes bala, ya se sabe… Rio la gracia.
Su dormitorio estaba al lado del mío y algunas noches, cuando me despertaba el traqueteo de su cama, corría a asomarme al pasillo, estaba convencida de que frecuentaba a varios de mis jóvenes inquilinos. Aunque nunca conseguía sorprender a unos u otra entrando o saliendo de su habitación. En determinadas ocasiones, juraría, un siseo, el placentero gemido de una imaginaria catenaria, podía escucharse uniendo el itinerario que separaba ambas estancias.
1º CATENARIA

Esta colección de micros fue escrita hace unos diez años, y para que esté guardada en un cajón…
Bueno intentaré por enesima vez dejar un comentario