PARADOJA DEL PESCADOR

Como los ángeles al caer el sol, errabundo, deslumbrado por la luz que antaño pensó era su guía y ahora un tentáculo que lo aferraba para mantenerlo ligado al incongruente sistema consumista, prisionero de sus contradicciones, así se sentía desde hacía tiempo cada vez que, retrepado a la almadraba, asía el gancho con el que ensartaba, uno tras otro, a los enormes y escurridizos atunes. Sabía que de aquel frenesí de sangre, sudor y muerte sacaría bien poco. Los japoneses lo compraban todo a precio de saldo. Casi no compensaba, se dijo. Unos billetes extras a cambio de sus manos llenas de sangre, manos que, una vez limpias, tomarían, casi por inercia, el blíster de sushi hecho a base de arroz y puede que de ese atún que él pescara, y cuyo precio, después de manufacturado y colocado en el estante del hipermercado, se había multiplicado por mil.

4 comentarios

  1. Yo que no soy tan fina ni ´tampoco sé escribir tan bíen como tu, hubiera puesto otra palabra en lugar de «Paradoja» pero como eres tú el fino y el que sabe escribir, bien escrita esta.

    Un abrazo

  2. Gracias Pura… por tu finura. Si me propones un sinónimo que me guste más o sea más apropiado estoy dispuesto a cambiarlo, que conste.

    Salud y fuerza.

    E.J.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.